Es habitual de niños y adultos llevar nuestras manos a la zona afectada cuando recibimos un golpe o sentimos algún dolor. El alivio, el calor o energía que nos proporcionan ese acto es el fundamento del Reiki. (REI = Energía Universal / KI ó CHI ó PRANA ó ESPIRITU = Energía Vital).
Esta técnica milenaria de curación llega al Occidente gracias a los discípulos de Mikao Usui, médico japonés que le redescubre. Sus enseñanzas no se limitan al toque terapéutico sino a entregarnos unos principios que contribuyen al bienestar del individuo:
* Sólo por hoy no te preocupes
* Sólo por hoy no te enojes
* Sólo por hoy sé agradecido
* Sólo por hoy honra a tus mayores
* Sólo por hoy gánate la vida honestamente
Esos preceptos nos reconfirman que La Salud no se detiene en el cuidado del campo físico, también en mantener armonizadas nuestras vidas a través del eterno presente.
Es un sistema de sanación, ya avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una terapia alternativa y complementaria (sin medicación) por acercamiento de las manos, que no mira al cuerpo humano como un conjunto de partes sino con un carácter holístico, como un campo energético que fluye de manera constante.
Principalmente, Reiki reestablece esa relación personal casi perdida entre pacientes y profesionales de la salud, que les obliga a mirarse como seres humanos que buscan una vía de crecer juntos y no un enfermo desprovisto de control sobre su mal-estar y un ser todopoderoso que conoce todas las respuestas. Nos regala el poder de nuestra propia curación.
Mientras recibimos Reiki podemos notar diferentes sensaciones: frío, calor, cosquilleo, alivio… puesto que la energía que emiten las manos del practicante se manifiesta de formas distintas en cada parte del cuerpo. En todo caso, los resultados siempre son los mismos: relajación, paz, armonía, una sensación estimulante y positiva generalizada y retroactiva. Sensación que conduce a la mejoría de cualquier enfermedad.
Hawayo Takata, una de las grandes maestras de Reiki del linaje Usui les exhortaba a sus alumnos: “Limítense a aplicar Reiki”, “¡Háganlo!”. Entonces, una recomendación final sería: “No te quedes sin experimentar Reiki. Nadie debe contarte. ¡Pruébalo!”
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