

¿Quién era Baubo?
De la Revista Con- spirando
Según la destacada antropóloga feminista Marija Gimbutas, “Baubo es una figura
sumamente importante, pero poco conocida, que ha impactado la psiquis humana
durante miles de años”.
El año pasado participé en un Retiro sobre la represión de lo femenino (y sobre todo de la sexualidad femenina) en nuestra cultura moderna guiado por una gran amiga y sicóloga jungiana, Rachel Fitzgerald. Y como las jungianas siempre trabajan sobre los mitos y arquetipos para ir más allá de lo personal hasta llegar a la conciencia colectiva, Rachel nos presentó a Baubo para que indagáramos en el tema.
Pero vamos por partes: Baubo es una de las personajes que encontramos en el mito
griego de Démeter y Perséfone.
Recordemos la historia: una vez que la Diosa Démeter se dio cuenta de que su única hija Perséfone había sido raptada por Hades, el dios del submundo —y que esto había sido hecho con el permiso de Zeus, el jefe del panteón de los dioses griegos— se sintió sumamente enojada. Tan enojada que dejó el Olimpo, el lugar de los dioses,
* Mary Judith Ress es integrante del colectivo Con-spirando y teóloga ecofeminista. Vive y trabaja en Santiago de Chile * y se escondió de los otros dioses y diosas. Empezó a caminar por el mundo de los humanos disfrazada de una mujer vieja y humilde, ocultando su belleza divina. Un día durante su caminar en búsqueda de su hija, Démeter llegó al pequeño pueblo de Eleusis, donde se sentó El mito de Baubo en honor de Démeter en su templo de Eleusis, que fueron practicados por miles de años.
Más allá del mito griego el gesto de Baubo de levantarse la falda y exponer su vulva
(llamado “ana-suromai”, en griego), no es un acto pornográfico o “sucio” como ha sostenido la mirada patriarcal por más de cinco mil años. La mitóloga y artista feminista, Winifred Lubell, en su libro La metamorfosis de Baubo, muestra que el gesto de Baubo tiene su origen en los tiempos prepatriarcales cuando la vulva era vista como la puerta sagrada desde donde viene toda la vida. Se puede ver el gesto de
ana-suromai en dibujos y artefactos paleolíticos y neolíticos en muchas partes del mundo.
Es con el desarrollo del patriarcado que la vulva se transforma de una imagen sagrada
de la fertilidad tanto de la mujer como de la tierra, en algo sucio, algo que las mujeres tenemos que esconder. Baubo, según Lubell, debe ser vista como un símbolo muy
antiguo que representa el poder y la energía de la sexualidad femenina. Es una figura
arquetípica de la maga o “la que puede moldear la realidad” que, con sus chistes, magia y risa encarna la fecundidad, la fertilidad. Hace recordar los tiempos en que las mujeres se pusieron en al lado de un pozo. Al poco rato, llegaron las cuatro hijas del jefe del pueblo para buscar agua. Empezaron a conversar con esta mujer tan triste y descubrieron que ella estaba buscando trabajo como nodriza. Entonces la invitaron a su casa para que conociera a su madre, Matanira, quien acababa de dar a luz a un niñito. Démeter aceptó la invitación y al entrar en la casa, por un instante, la diosa llenó el lugar con una luz divina. Matanira, muy emocionada por ver a esta extraña mujer, se levantó de la elegante silla donde estaba sentada con su hijito y se la ofreció, junto con un vaso del mejor vino. Pero Démeter rechazó todo y se quedó de pie, muda y triste, con los ojos mirando al suelo. La visión de una madre con su hijo le recordó la gran pena de haber perdido a su propia hija tan querida.
Finalmente, Baubo, la criada de Matanira, trajo una silla muy sencilla para Démeter. La mujer se sentó, pero seguía envuelta en una tristeza y silencio que nadie podía romper —hasta que Baubo, “consciente de su deber, con muchos chistes y bromas, provocó una sonrisa en la santa dama y después la hizo reír y tener un corazón bondadoso”. (Himno a Démeter de Homero). Más claramente, Baubo hizo sonreír a la diosa con su humor “picante”, y después se levantó la falda y expuso su vulva,
provocando la risa de Démeter, restaurando, así, su buen humor. Después, Démeter aceptó una bebida de agua de cebada y menta llamada kykeon y también aceptó ser la nodriza del hijo de Matanira. Más adelante, se reveló su divinidad y en gratitud a la gente de Eleusis, ella estableció su templo allí. La historia de la búsqueda de su hija siguió, hasta que Zeus tuvo que intervenir y forzar a Hades a devolver a Perséfone a su madre, porque Démeter, dueña de la fertilidad de la tierra, rehusó dejar llegar la primavera y toda la tierra permanecía en un interminable invierno. El reencuentro entre madre e hija, contado en el poema de Homero, es uno de los escritos más hermosos de la antigüedad griega. Cuando Démeter, esperando en su templo de Eleusis, se dio cuenta que la carroza con Perséfone se estaba acercando, “ella corrió hacia su hija, como una ménade corre por una quebrada montañosa”.
Aunque Perséfone tenía que regresar al submundo durante una tercera parte de cada
año porqué había comido unas semillas de una “fruta prohibida”, Démeter estaba feliz
porque tenía a su hija a su lado la mayor parte del tiempo.
Entonces, restauró la tierra a su equilibrio normal, “y la tierra entera se llenó de
flores y hojas verdes”. El poema de Homero termina aconsejando a la gente sobre la
observación anual de los ritos cuclillas sobre los campos recién sembrados para devolver su “sangre de luna” a la tierra.
En su forma más antigua, Baubo/vulva es una metáfora de la energía sexual y regeneradora de la mujer.
La esencia de Baubo, que ahora, con nuestros “lentes feministas” ya puestos, podemos
ver en tantas imágenes antiguas,nos comunica una energía sexual que los miles de años de patriarcado no han podido aniquilar. Hay rasgos de ella en el mito de Pandora y
en la figura de Lilit, supuestamente la primera mujer de Adán. Bajo el cristianismo, ella se convierte en la vieja que asusta a los niños, en el demonio, el mal de ojo, la bruja.
Durante la Edad Media, ella se transformó en Medusa, en la Vagina Dentada y en las Sheilahna-Gigs (imágenes de la mujerexponiendo su vulva que se encontraban en las puertas de las iglesias en Irlanda). El patriarcado, sobre todo cuando es asumido por el cristianismo, ha llegado a tener una preocupación obsesiva por la supuesta lujuria” de la mujer y ha tratado de aplastar cualquier manifestación de la energía
sexual femenina que no esté bajo el control masculino.
Los misterios Eleusianos Regresemos al mito de Démeter por un momento. El poeta Homero nos dice que después del regreso de su hija Baubo hizo sonreír a la diosa con su humor “picante”, y después se levantó la falda y expuso su vulva, provocando la risa de Démeter, restaurando, así, su buen humor. Es con el desarrollo del patriarcado que la vulva se transforma de una imagen sagrada de la fertilidad tanto
de la mujer como de la tierra, en algo sucio, algo que las mujeres tenemos que esconder.
Perséfone del submundo, la agradecida Démeter estableció su templo en Eleusis y regaló “los misterios” a la humanidad, ritos sagrados practicados por más de dos mil años hasta que su templo fue destruido 395 DC.
No sabemos mucho sobre estos ritos antiguos (duraban ocho días; durante los primeros cinco había ceremonias públicas, dónde podían participar todos pero sólo los y las iniciados/as podían participar en los “misterios” como tales). Todo lo que pasaba en los últimos tres días era y todavía es, un secreto total. Aún hoy día, después de generaciones de investigaciones, no tenemos idea en qué consistían “los misterios” de
Eleusis. Sabemos que había un tipo de ceremonia eucarística, donde tomaban kykeon, la
bebida de agua de cebada y menta que Baubo ofreció a Démeter. Sin duda, los ritos estaban conectados con Démeter, diosa de la fertilidad, a quienes los seres humanos tenían que pedir una abundante cosecha cada año. ¿Y qué “gesto” sería el más apropiado para hacer reír a la diosa y restaurar su buen humor, sino el anasuromai
de Baubo? Las únicas referencias que tenemos a estos misterios vienen de los padres de la iglesia, quienes por supuesto estaban escandalizados por estos ritos “paganos”
y decretaron su eliminación. Según San Clemente, obispo de Alexandria (150-215 DC), durante los misterios Eleusianos, “Baubo se levantó su traje y expuso todo su cuerpo de una manera escandalosa”.
Además de éstos, habían otros “misterios” celebrados en Eleusis cada octubre para la
siembra de los granos. Los misterios de Thesmorfia eran ritos de tres días donde solamente las mujeres podían participar. Se juntaban para dramatizar el mito de Démeter, llorando con la diosa por la pérdida de su hija. Al final, celebrando el reencuentro entre madre e hija, las mujeres hacían una fiesta donde había muchas bromas “picantes”, risas y cantos. También acá podemos imaginar la sombra de Baubo animando la fiesta con su ana-suromai.
Baubo, ¿dónde estás ahora? Ahh, mujeres, ¿qué pasó con nuestra querida Baubo? ¿Dónde
vive ahora, dime tú? Quizás éste es nuestro gran secreto milenario: ella está presente cada vez que un grupo de mujeres se reúnen y se ríen juntas. Sospecho que la mentalidad patriarcal sabe que cuando las mujeres se juntan “a solas”, algo peligroso puede suceder. La risa entre mujeres —muchos sospechan que es nada menos que el lado oculto de la sexualidad. Cuando las mujeres se juntan sin la presencia de los hombres, hay una fuerza de nuestra sexualidad que es difícil de reprimir. Aunque, por
lo general, las normas patriarcales inhiban tajantemente cualquier expresión de nuestra energía sexual entre nosotras (como el gesto de anasuromai de Baubo), en los momentos especiales donde “escapamos” del control y estamos juntas a solas, “explota”
un festejo de bromas, chistes, historias, canciones y bailes picantes.
No estoy hablando de fiestas lesbianas. Estoy hablando de estos encuentros entre mujeres donde nos sentimos muy cómodas en la presencia de las otras. Cuando eso pasa, nos reímos muchísimo juntas— y es la cualidad de la risa lo que quiero destacar: una risa desde la guata, desde las entrañas,una risa que nunca se burla o hiere, sino que expresa compasión por y comprensión de las experiencias vividas en común. Cuando reímos juntas, afirmamos nuestra fuerza, nuestra capacidad de sobrevivir, a pesar de las tragedias y sufrimientos que forman parte de nuestras vidas —la pérdida de una hija, o un hijo, por ejemplo.
Durante el retiro con Rachel, hemos experimentado la risa salvífica de Baubo. Hemos visto la cualidad terrena de su risa. Y hemos visto su vulnerabilidad, su gesto de anasuromai, que es a la vez humilde y desafiante y, según Rachel, “un signo paradójico del poder transformador femenino que no es “poder sobre” sino poder para parir un cambio profundo”. A fin de cuentas, no fue la gran diosa Démeter, sino la
humilde criada Baubo, quién consiguió el fin del invierno. Al levantar su falda y exponer su vulva, Baubo trajo consuelo por la pérdida, una nueva visión para los ojos llenos de lágrimas y el recuerdo de que la vida seguirá —a pesar de todo.
Démeter, la gran diosa madre de la fertilidad, estaba triste. Necesitaba ser tratada con cariño maternal por la pequeña Baubo para restaurar su deleite y gozo del mundo. Fue Baubo con su gesto atrevido de anasuromai quien ofreció una salida a Démeter y causó su renacimiento. Al sustituir la risa por la rabia, Baubo ofreció a la diosa la posibilidad de re-encontrar su energía sexual y regeneradora.